Monasterio benedictino románico, el más emblemático del Empordà.

Es un conjunto monástico de grandes dimensiones, formado por la iglesia, el claustro y las diversas dependencias monásticas dispuestas a su alrededor, todo ello organizado en terrazas correspondientes al desnivel natural de la montaña.

Aunque su origen sea incierto, hay noticias documentales desde el año 878 y fue abandonado por los monjes definitivamente en 1798. Adoptó su configuración principal entre los siglos X y XII con sucesivas ampliaciones y reformas hasta la actualidad. Conjuntamente con la iglesia de Santa Helena, los restos del pueblo del mismo nombre y del castillo de Verdera forman un conjunto monumental extraordinario, al que se le ha de añadir una situación paisajística espectacular, con vistas al mar encima del Cap de Creus.

El conjunto presenta la iglesia con su campanario, las celdas monacales, el comedor y otras dependencias, todo ello organizado alrededor del claustro. La iglesia, consagrada en el siglo XI por el arzobispo de Narbona, es el elemento más importante y presenta unos rasgos característicos que tuvieron una fuerte incidencia en las posteriores construcciones eclesiásticas del románico catalán: planta de cruz latina y tres naves.

En 1930 fue declarado monumento histórico, lo que impulsó la restauración por parte de la Generalitat. A partir de 1990 se inicia una segunda fase, en la que se acabaron las obras de reforma y se dotó el conjunto de elementos modernos (materiales y estructuras).